Carlos: un egresado con mucha experiencia

A los 86 años, Carlos Fonticelli se recibió de técnico superior en Educación Multimedial y se transformó en el egresado más longevo de San Miguel del Monte. Su historia está marcada por la curiosidad, la lectura y el viento del río en la cara. 

Carlos: un egresado con mucha experiencia

Estamos en el año 1950. Carlos es un estudiante de la Escuela N° 1 de Lomas de Zamora y es parte de un contingente que llega de excursión a San Miguel del Monte. Sus ojos de niño, de asombro y curiosidad, quedaron cautivados por esos paisajes y ese río. Fue un flechazo para siempre. Apenas era un niño y ya había encontrado su lugar en la tierra. A pesar que la vida daría muchas vueltas, Monte y Carlos tendrían su reencuentro, casi ochenta años después.
 

Su otro cielo

Pero su mirada tenía lugar para otros cielo, por ejemplo, el que había encontrado en la escuela: la lectura y la curiosidad: “No me imagino la vida sin leer. Ahora estoy leyendo tres libros a la vez”, le cuenta a Microscopía en el comienzo de la entrevista. 

A fin de 2024 se transformó en una celebridad de la ciudad al convertiste en el egresado de mayor edad del Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N°66, Don Juan Manuel de Rosas de San Miguel del Monte.

A los 82 años, luego de criar cuatro hijos, dedicar toda la vida (y lo sigue haciendo) a la venta de membrana asfáltica, y de quedar viudo, decidió radicarse en ese distrito del interior bonaerense e ir por esa cuenta pendiente que le quedada: estudiar una carrera.

“Tenía tiempo libre y la curiosidad y el asombro de toda la vida. Siempre me gustó desentrañar, investigar, conocer. Quise estudiar periodismo, pero ya había comenzado, así que me anoté en Educación Multimedial”, señala.

“No fue Fácil. Empezamos catorce y terminamos cuatro, pero aprendí mucho de los chicos. Para mí fue conocer un mundo nuevo. Un mundo que disfruté, que atravesé y saboreé. Cuando me tuvieron que poner un 4 me lo pusieron, cuando me tocaba un 10 también. Nadie me regaló nada y eso me hace valorarlo mucho más”, recuerda Carlos sobre sus cuatro largos años en el Instituto. 

Incluso reconoce que tuvo que ir a particular por alguna materia: “para Álgebra me preparé con un docente particular. A los 84 años tenía clases extras, pero era necesario para saber”.

El egresado más longevo de Monte, además tiene una historia de militancia política desde el peronismo. “Nunca me dio igual el otro, siempre tuve una mirada social”, dice. Y recuerda: “cuando me dieron el titulo mis amigos y familiares prepararon una bandera enorme que tengo guardada con mucho amor”.

Si bien Carlos volvió a Monte en diferentes etapas de su vida, pudo construirse su casa en la década del 70 y se mudó definitivamente a la ciudad cuando enviudó en 2019 y le dejó su casa en San Vicente a uno de sus hijos. 

Lector excelso de historia y actualidad, le enoja que ya no llegue el diario a la ciudad. “Tenés que ir a buscarlo a Cañuelas, la gente ya no lee cuando hay un diario en la barra de un bar, queda cerrado y eso me preocupa mucho”, se lamenta.

Dice que gracias a su profesión de vendedor conoció toda América y aprendió mucho de la idiosincrasia de los diferentes países y que la venta y la comunicación se parecen mucho. “Tenés que convencer sin mentir y siempre entendiendo al otro”, explica magistralmente.

Además, dice que “no todos” pero que a veces siente que “la gente perdió marco teórico para las conversaciones” y que la lectura le ayudó a “entender el mundo desde múltiples lugares”.

De estudiante se recuerda como “uno más que no se destacada”. “La vida me hizo tener que salir a trabajar desde muy joven, había que salir a ganarse el mango y el estudio quedó para después, pero sabía que en algún momento lo haría”, revela.

En estos días tiene que ir a buscar el título.  Está ansioso y se nota. Pero lo que más le sorprende son las preguntas de los periodistas. Sonríe cuando piensa que es la tercera entrevista que da sobre su historia. “Nunca pensé , por un ejercicio de la imaginación, estar dando reportajes”, reconoce, y adelanta que lo espera “la cargada de los muchachos”. Es que todavía hay mucho por qué reir y por  qué aprender.